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En este blog podras encontrar multiples cosas sobre Francisca de Quevedo como por ejemplo su bibliografia, sus obras ...

domingo, 15 de abril de 2012

ÉPOCA EN LA QUE VIVIÓ QUEVEDO



Nació Quevedo en Madrid el 17 de septiembre de 1580, de familia hidalga montañesa, hijo del secretario particular de la princesa María y más tarde secretario de la reina doña Ana, don Pedro Gómez de Quevedo. Se formó en el Colegio Imperial de los jesuitas y en la Universidad de Alcalá. Una estancia en Valladolid, mientras esta ciudad es sede de la corte, parece iniciar la interminable enemistad con Góngora, probablemente atizada por celos profesionales entre dos de las mentes más agudas (y atrabiliarias) de la época. En sus años de estudios mantiene correspondencia con el famoso humanista belga Justo Lipsio, y desarrolla su interés por las cuestiones filológicas y filosóficas, y su afición a Séneca y los estoicos. En diversos testimonios del tiempo se hallan referencias a su ingenio, a su defecto visual y a su cojera. Poco hay, en cambio, sobre su vida amorosa y más detalles de sus actividades al servicio del Duque de Osuna, que empiezan en 1613, y que le llevarán a desempeñar delicadas misiones diplomáticas, a menudo en la Corte española, de donde remite explícitas cartas a don Pedro Téllez Girón, como la fechada el 16 de diciembre de 1615:
Yo recebí la letra de los treinta mil ducados [...] he hecho sabidores de la dicha letra a todos los que entienden desta manera de escrebir. Andase tras mí media corte, y no hay hombre que no me haga mil ofrecimientos en el servicio de V. E.; que aquí los más hombres se han vuelto putas, que no las alcanza quien no da
Diego Velázquez, El Conde Duque de OlivaresEstas actividades numerosas y agitadas terminan bruscamente con la caída de Osuna, conseguida por sus enemigos de la Corte: Quevedo fue desterrado a la Torre de Juan Abad, y luego encarcelado en Uclés, para ser reintegrado a la Torre, en donde hacía tiempo que mantenía un pleito por sus derechos de señorío sobre la misma. Regresa después a la Corte y se relaciona con los nuevos favoritos, especialmente con Olivares, con quien establece complejas ligaduras. Durante todos estos movimientos nunca deja de amistarse o reñir con variados personajes del momento: amistades con Carrillo y Sotomayor y Lope, enemistades con Góngora, Pacheco de Narváez, Morovelli de la Puebla...; ni de escribir asiduamente en los múltiples territorios literarios en que se mueve: festivos, morales, políticos. Un matrimonio poco exitoso en 1634, probablemente debido a la presión de la Duquesa de Medinaceli, nuevos pleitos, nuevos escritos... Y la prisión en 1639, por razones todavía no aclaradas del todo, que le mantendrá en San Marcos de León hasta poco antes de su muerte. Puesto en libertad en 1643 muere el 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los Infantes.
Blecua es el primer quevedista que traza con rigor la trayectoria pública y literaria de Quevedo a partir de las investigaciones realizadas hasta ese momento sobre aspectos particulares de su actuación política y de su quehacer de escritor. Las contribuciones de James O. Crosby al esclarecimiento del papel que representó Quevedo desde 1613 a 1619, en los años en que fue secretario, confidente y embajador extraordinario del Duque de Osuna en Italia y en España, permitieron rectificar las noticias mal documentadas que habían transmitido las biografías anteriores. Por un lado, Crosby deshizo el mito de su participación en la conjuración de Venecia de 1616. Por el otro, iluminó numerosos aspectos de la relación que unió a Quevedo con el Duque de Osuna. Quevedo se encargó de conseguir, en la Corte, la aprobación de varias de las empresas virreinales, sobre las que informó a Osuna periódicamente en cartas escritas desde Madrid.
Los datos aportados por J. H. Elliott para determinar las causas de su prisión de 1639 a 1644 (fue detenido en Madrid el 7 de diciembre de 1639) también colaboraron a reevaluar su posición en los vaivenes políticos que caracterizaron el reinado de Felipe IV durante el valimiento del Conde Duque de Olivares. En un examen posterior de los acontecimientos que marcaron la relación de Quevedo y Olivares de 1621 a 1639, Elliott reconstruye un proceso de acercamiento al nuevo régimen, justificado en parte por una genuina comunidad ideológica entre Quevedo y el valido: las ideas neoestoicas de Quevedo se ensamblaban muy bien con las simpatías de Olivares por los escritos de Justo Lipsio. Este tal vez sincero intento de ver en Olivares la salvación de España, por lo menos al comienzo de sus gestiones, aclararía la creación de obras específicas: la comedia Cómo ha de ser el privado, o el romance "Fiesta de toros literal y alegórica" (núm. 752), de 1629, o el opúsculo del mismo año en defensa de la política monetaria de Olivares El chitón de las tarabillas.
Lo que Quevedo legó en sus obras, como lo que traducen los documentos de archivo, no es, pues, uno, sino varios Quevedos: "Empujo fe e ideas del patriota Quevedo, del político Quevedo, del "religioso" Quevedo, del "humanista" Quevedo [...] Lipsio de España y Juvenal español" escribe Raimundo Lida en el prólogo de sus Prosas de Quevedo.